Cuando un lector aborda por primera vez la obra de Morin relacionada con el pensamiento complejo sin tener idea previa del contenido, posiblemente asimilara poco en una primer instancia en base a la densidad del concepto y seguramente insistirá en su lectura enriquecedora.
El momento de ver el mundo y al apreciarlo tal como lo hacemos individualmente, no somos capaces imaginarnos una realidad en dos dimensiones y menos aun, el cómo explicarle a un ser bidimensional que existe una tercera dimensión, como hacerle comprender que existe el “arriba” y el “abajo”. De igual modo el común de las personas pensaran lo peor de quien le diga que existe una cuarta dimensión y que en ella la sombra se proyecta en tres dimensiones o simplemente que existen múltiples realidades dentro del continuo espacio-tiempo. Son conceptos sencillamente difíciles de asimilar cuando no imposibles de imaginar para algunos.
Análogamente, el habitante promedio de una ciudad medianamente desarrollada, por solo citar un caso, tiene un relativo contacto con la tecnología y posiblemente le parecerá poco creíble la existencia del poder de lo “virtual” mas allá de la plusvalía, pero existe y es allí donde el pensamiento complejo encapsula los paradigmas dogmaticos que moldea a las llamadas popularmente “personas cuadradas”, es decir a aquellas cuyas mentes no pueden ir mas allá de sus premisas, y ciertamente, deben aprender a aprender porque el mundo va rápido y los cuadrados no ruedan tan fácil, eso si es que ruedan.
Lo dicho se aplica a las organizaciones, estas deben mirar su entorno y calibrar su medio ambiente, dado este como el punto de intercambio entre su realidad interna y la externa, y aprender a proyectarse en el con la vista puesta en el futuro, pues, la velocidad con que se adapten dará limites a su alcance. Como se vive en un mundo interconectado e interdependiente las instituciones públicas también han tomado partido de ello y terminaron por romper sus propios paradigmas y ahora se integran virtualmente a las personas que controla, bien para afinar dicho control o bien para aprovechar el capital social que potencialmente representa esa población.
La realidad es que el alcance de la virtualidad gubernamental para la mayoría, ciudadanos o no, que están en contacto directo o indirecto con ella es desconocido y quizás inimaginable, pero inequívocamente es un control de la vida cotidiana que me hace recordar al autor Gene R. creador de la célebre Star Trek, cuyo futuro es un mundo de iguales, y en particular uno de los personajes (los Borg) que usa una frase que encaja perfectamente con el gobierno electrónico: “ustedes serán asimilados, la resistencia es inútil”. El gobierno te envuelve, te hace parte de él y terminas por ser una fracción del pensamiento complejo del gobierno electrónico que se refleja en la pantalla de tu PC. Lo bueno es que como en Star Trek, las personas encuentran los caminos para seguir su viaje y por lo inmediato no ser “asimilados”.
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